lunes, 15 de agosto de 2011

Fluir



No sabemos en qué momento de la vida empezamos a correr, como locos, como desahuciados, o como si, por el contrario, fuéramos eternos y no existiera el cansancio, y convertimos la existencia en un montón de prioridades que atender, que moldear, o que alcanzar. Son esas cosas que creemos que nos llenan, que van a durar siempre, que mejores serán para nosotros cuanto mejores las hagamos. Las mismas que se desgastan, no llegamos a alcanzar y acaban por herirnos o decepcionarnos, o las dos cosas, después de haberles dedicado gran parte de nuestra vida.

Las cosas, los proyectos, incluso la relación con las personas, se deterioran. Y uno, o una, se encuentra que ha estado corriendo en pos de una idealización, una entelequia, a costa de que su vida pasara sin cumplir otras metas, ¡tantas!, que hubieran dado fondo de calidad a vivir y, además, gozo y reposo. Es duro darse cuenta de esto, pero también es de agradecer haberlo hecho antes de que, realmente, sea demasiado tarde. A veces, lo que nos empeñamos en no ver ni aceptar, la vida lo impone como diciéndote, cabreada, que te corresponde, que es para ti y que lo tomes de una vez y dejes de perder tu tiempo con cosas que verdaderamente no deseas o para las que no sirves.

Y, si tienes la ventura de pararte a escucharla, te vas dando cuenta de lo mucho que te estaba diciendo, de las pistas que daba, y tú, obnubilándote con la monotonía de lo poco conveniente.

Los budistas, misteriosos y profundos ellos, se sonríen ante estas cosas. A lo contrario, a dejarse mecer por la vida como pluma al viento, lo llaman algo así como “fluir”. Aquello que decía el bueno de Bruce Lee, entre películas de artes marciales, de: “be water, my friend” (sé como el agua, mi amigo), y que tanto nos hizo reír en un famoso anuncio publicitario.

Del discurso de Bruce Lee, hay otra frase que impacta más pero no se ha hecho tan popular. Es ésta:

“Yo no doy el golpe… el golpe se da solo”.

Y, al parecer, los budistas más sabios y los expertos de la meditación y el autoconocimiento, piensan igual del otro concepto de “dar golpe” o no darlo: vivir sin afanarse por trabajar tanto, sino por los resultados deseados, provoca que el trabajo se vaya haciendo, tranquilamente, lo necesario. Ser agua, flexible, amoldable…

Una, o uno, sonríe condescendiente cuando lee estas cosas que suenan a chaladura new age, o a pensamiento de gurú, chalado al fin de tanto estar sentado en el suelo. Pero la sonrisa es menos segura y menos sonrisa, cuando se entera de que el mismo principio lo utilizaban personajes como Napoleón Hill, Thomas Alba Edison, Henry Ford (el magnate de los coches) o Rockefeller. Todos ellos se hicieron de oro, allá por las primeras décadas del pasado siglo XX, y, según el libro publicado por el primero de ellos, el sistema era dejarse fluir hacia sus deseos, como si fueran realidad ineludible. Los deseos de cada uno de ellos eran, naturalmente, que sus ideas generaran negocios millonarios. Y ahí los tienen, durante generaciones.

A ver si, eso de fluir, va a ser más rentable además de más cómodo. Lo que no es nada de nada, es fácil. No dejamos de ver la pila de las deudas y las facturas y, claro, así no hay quien se relaje….Yo creo que algo no hacemos bien.

3 comentarios:

Gloriana dijo...

Pienso que es necesario dudar a veces de lo que hacemos y replantearnos comportamientos y organizar cambios...aunque lo pasado, pasado está...fueron circunstancias y hay que pensar que no fue posible nada más. Elegir, cuando se tiene consciencia clara de lo que ocurre...sí. Pero elegir siempre significa renunciar a algo.

Besos, Atlántida!

Sukulenta dijo...

Creo que el fluir tiene que ver con hacer "tu parte del trabajo" y dejar que los resultados lleguen por sí solos. Bruce no daba el golpe, pero mantenía su maquina -cuerpo- tonificado y entrenado, de modo que el golpe era una consecuencia natural del flujo de su energía. Así nosotros al hacer lo que debemos, generamos unos resultados que son siempre consecuencia de lo que hemos hecho... si no nos gustan las consecuencias, es sólo cuestión de cambiar lo que hacemos. Eso es para mí, fluir.

Lola Romero Gil dijo...

Hasta fluir parece complicado a nuestra mente, ¿verdad? :)

Gracias a las dos por estar ahí. Besos a ambas.

Publicar un comentario