De León Tolstoi, me quedaba el recuerdo pre adolescente de
unas obras oscuras, duramente realistas, que relataban vidas castigadas en una
sociedad y un tiempo miserable, cruel y pesimista. La prosa del autor me hacía venerarle
como lo que mis profesores llamaban “un clásico”. Era un escritor, de los de
antes, cuando ser escritor era un talento poco reconocido y reconocido para
unos pocos.
Luego, una derivó a lecturas más ligeras, y el barbudo y severo Tolstoi quedó relegado
a la sapiencia de los datos literarios, marginado para mí del ocio y la
diversión de leer. Esa inconsciencia, me llevó sin embargo a leer al satírico,
mucho más alegre y aventurero Mark Twain. La primera de sus novelas que leí,
por supuesto, fue “Las aventuras de Tom Sawyer”. Y mi personaje favorito, por
supuesto también, fue el de Huckelberry Finn. La secuela de ese libro, con el
escurridizo, avispado y mugriento Huck de protagonista, me encantó.
Para los americanos,
Twain fue un máximo exponente de la literatura americana (vaya usted a saber
qué significa eso, si la literatura no
sabe de nacionalidades, sino de ingenio), y para los rusos Tolstoi es un
referente de sus genios literarios, y tienen muchos.
Me sorprende por eso, aunque tal vez no debería
sorprenderme, los paralelismos de esos dos autores en sus vidas privadas y sus
pensamientos e ideas personales.
Resulta que, Tolstoi, era un idealista anarquista, en sus
primeros tiempos, y un idealista humanista y espiritual hasta su muerte.
Resulta que, el hombre que escribía sobre vidas torturadas, una sociedad
elitista, convencional y despiadada con
los menos favorecidos, y sobre miseria y muerte, intentaba poner freno a todo
eso, de distintos modos a lo largo de su vida. El Tolstoi que reniega de la
frívola sociedad aristocrática de la época zarista, me intriga. Pero el que
llega a ser inspiración para el propio Ghandi, me apasiona.
Con sus teorías sobre activismo anarcopacífista, fue un
precursor del “naturismo libertario” (¡bien!) y, siendo creyente, criticó la institución de la Iglesia
convencional, hasta el punto de provocar su excomunión. ¡Hurra por el señor
Tolstoi y la coherencia con sus principios! Se muestra una persona humanista y
humanitaria, que valora los sentimientos así como la forma de vivir de sus
coetáneos, y quiere mejorarla incluso a costa de cederles sus propiedades a los
más pobres…Cosa que evitó su familia. Aún así, se dice que solo aceptó seguir
viviendo con los suyos a condición de comer y vivir humildemente.
Interesantísima me parece la persona, al margen del
escritor, al igual que me interesa que, en la otra punta del mundo, su
contemporáneo Twain , también acérrimo creyente, defendiese igualmente los
derechos humanos, la abolición de la esclavitud, la emancipación y el sufragio femenino y se
atreviese (¡en esa época y ese país!) a decir cosas tan “antiamericanas” como:
“Si Cristo estuviera aquí ahora, hay una cosa que no sería : cristiano”. O,
todavía más, que se revolviera contra el imperialismo estadounidense, habiendo
sido orgullosos imperialista y militar.
El risueño y aventurero Mark Twain era también un idealista
preocupado por la bondad y los derechos para con todas las personas, fuese cual
fuese su raza. Lo cual, en el contexto de su época, era una proeza en Estados
Unidos, país que todavía esclavizaba negros, masacraba y expoliaba tribus
oriundas y “exportaba” trabajadores chinos para explotarlos construyendo su red
de ferrocarriles. Todo esto denunciaba y criticaba Mark Twain, en sus artículos
para diarios, ensayos y largas cartas a políticos e incluso presidentes del
gobierno americano. Mecenas de mujeres artistas, protector de hombres
afroamericanos a quienes pagó sus estudios, crítico con los pastores religiosos
que cobraban por sus servicios, daba su apoyo a los trabajadores más humildes y
a la incipiente creación de sindicatos que les defendieran.
Sabiendo todo esto de esos autores, “Guerra y Paz” o “El
Principe y el Mendigo” cobran un significado aún mayor. Son más que clásicos,
son testimonios de unas buenísimas personas que, además, tenían talento
literario.Da gusto volver a leer algo así, sabiendo la humanidad que sus
creadores derrocharon.
0 comentarios:
Publicar un comentario