En esta primavera ardiente, mientras la incertidumbre
económica, social y laboral azota a medio mundo y a cada uno de nosotros y
nosotras en nuestra humilde identidad, mientras millones de indignados se echan
a las calles en protesta de quienes nos gobiernan y expolian, mientras la
locura y el desconcierto atontan junto a los precoces calores, a este lado del
ecuador, yo hago limpieza de mi atestado armario de invierno.
Está dispuesto el cesto donde echaré lo ya pasado, lo que
debe dejar sitio a las nuevas y ligeras prendas de esta incipiente temporada, y
una negra bolsa de la basura donde pienso tirar lo que más vale olvidar, por
estropeado, desagradable o totalmente olvidable. Voy con ánimo dispuesto pero,
como siempre, me doy cuenta de que apenas puedo descartar nada. Son más las
cosas que guardo con mimo en ese cesto que lo que ocupa la bolsa para tirar.
Guardo los inicios de nuevas amistades, que recién
comenzaban allá a últimos del pasado año. Guardo comentarios y sonrisas con
cara de monigote, bromas y halagos cordiales, ayudas impagables y espontáneas.
Guardo fotos de desconocidos y desconocidas que, amablemente, quisieron
presentarse dando un toque personal a esas conversaciones “como de toda la
vida” que se originan vía internet. Algunos siguen a mi lado; otros,
desaparecieron con la misma rapidez que irrumpieron en mi vida cibernética,
quién sabe si, en algún recodo de esa red virtual que se retuerce invisible,
volveremos a encontrarnos.
Guardo reencuentros fugaces, frases de afecto, ausencias
presentes. Guardo abrazos y silencios llenos de amor, comprensión y ternura.
Guardo las última navidades, el gozo y la tristeza. Guardo alegría y
sensaciones muy agradables y profundas en soledad. Guardo la compañía de los
míos, su paciencia y su sincero orgullo de mí y mis torpes progresos vitales….
Pero también acabo guardando las lágrimas que derivaron en
risas, la constatación de no estar sola, ser querida como soy y porque soy. Me
vale ser ejemplo de coraje para mis hijos. Me quedo al final con el amargo
momento de flaqueza, superado junto a ellos. Con el repetitivo discurso que me sacó
de mi pozo y me demuestra que, además de su madre, me saben humana, sensible y
dulce…, y confían en mí por ser cómo soy. Con el canto en la noche de un pájaro
especial. Con un aroma intuido más que notado. Me abrazo a ese recuerdo de
manos enlazadas, que aprietan, transmiten fuerza y amor y me llenan de energía. Con el beso espontáneo, con la sonrisa a tiempo.
Y, ¿qué es esto?, un
trocito de madrugada en que hice la payasa y reímos juntos; también lo guardo.
Dos minutos de gloriosa anécdota, con travesura digna de adolescente incluida…,
al capazo. Guardo hasta mis meteduras de pata celebradas como ingeniosas
trastadas, la gozosa sensación de que nada importa más que estar juntos, los
bailes al son de la música que llega al alma convaleciente, las sonrisas
cómplices y fugaces. Comilonas en familia, llenas de bromas y risas; partidas
de parchís, de cartas y de Trivial Pursuit…, no puedo tirarlas.
Pequeños triunfos personales y profesionales, dolor
reciclado, retos cumplidos o por cumplir, milagros cotidianos que ocurren no sé
ni cómo…Encuentros con amigos, paseos interminables que acaban muy pronto,
charlas intrascendentes que llenan de alegría, palabras intuidas que son
pronunciadas finalmente…, ¡todo guardado! ¿Cómo desprenderme de algo de eso?
Lleno a rebosar ese canasto de invierno provechoso y
aprovechado. Desborda, pero nada se cae, nada se arruga, nada sobra. Nada es
trivial, ni casual, ni innecesario.
Porque, todas esas cosas, son lo que me han hecho hoy así… Son
lo que me han hecho sentirme viva, me han enseñado que siempre puede aprenderse
y me recuerdan que habrá muchas cosas más, distintas, mejores o peores. Así que
no olvido, no las tiro, pero las guardo y dejo sitio en los estantes para que
entre lo nuevo por vivir ¡Bienvenido! …Y, vosotros, ¿qué tiráis?
8 comentarios:
Yo no tiro ná, jamía. No están las cosas para tirar. Si acaso lo que no sirve ya por viejo, por añojo, por desagradable, porque aunque sirvió en su tiempo ya no aporta nada bueno a mi vida. Todo lo demás, incluidos trapitos alegres que dan vida,como son los buenos amigos, cachitines de cariño por chicos que sean, besos sinceros aún siendo pequeñines, abrazos de oso o incluso de osa, papeles que aún siendo amarillentos por el paso del tiempo no son pasados sino que siguen siendo presente. Pero lo que tiene un lugar primordial en mi armario o en mis cajones es el cariño de los míos, que son muchos y que por no estar pasados de moda, pues la moda me la impongo yo aunque ahora se lleven pitillos y no campanas, siguen siendo míos y los quiero y no pienso desprenderme de ninguno. Y sepas que una tal Atlántida tiene su rinconcito en el estante medio de la derecha de mi armario.
;-D
¡Pos anda que yo, de mi "Tortu" no tiro ni la closca...,como dicen en mi tierra!
Un besote, mariiii....¡ays, que guapa es! :)
Más que tirarlas yo, hay muchas cosas que se me alejan...
Yo tiro todo lo que me hace daño, ¡hala, a la basura! Pero eso si, antes de tirarlo me lo aprendo bien aprendido para que no se vuelva a colar en mi vida por ningún resquicio.
Ya se acerca el final del invierno, abramos puertas y ventanas para que el aire tibio y dulzón de la primavera inunde cada rincón de nuestras vidas. Que si, que el panorama es desalentador, que nos llueven malas noticias por todas partes... ¡pero con nosotras no van a poder, ja!
Besazo, niña.
Ufff me pilla la publicación en un momento complicado, tengo la bolsa abierta y me está costando tirar algo que yo creía tirado y olvidado,pero parece que no, que estaba ahí y yo no me había dado cuenta, voy a ver si la llevo yo misma al contenedor y me aseguro de que no vuelva.Por cierto, soy Eguskiñe ( el comentario va como anónimo, por que no puedo de otro modo).
Querida, Gloria-Mamen, me alegro tanto de verte con ese ánimo!
Eguskiñe, para mí Egus, a menudo nos engañamos y hay "basuritas" que se resisten a ser tiradas y se quedan por ahí, en los rincones del alma, preparadas para volver a herir. Antes de pensar que las tiras, míralas; no porque te vayan a servir, sino porque algo te tienen que enseñar, como dice Gloria. La manera de que se vaya la parte que duele, definitivamente, es mirándola de frente y perderle el miedo.
Un enorme beso para cada una de vosotras.
Querida Lola soy Egus, gracias por el consejo, pero me temo que lo que tengo que tirar no es una basurita, es un globo que tengo desde
niña, que un día cuándo era mayor decidí desinflarlo y tirarlo ( eso creía yo ) y que sin previo aviso, ha aparecido más grande que entonces, cuándo lo he tenido de frente he olvidado las buenas maneras y le he pegado una patada tan grande al globo que he roto todos los cristales de la casa. No se cual será la repercusión de semejante acto; pero ahora, soy una mujer madura con hijos y una pareja estupenda que me apoyan y me dan ánimos, así que sea cual sea el resultado estoy preparada para ello.
Un gran beso.
Querida Egus, se te ve fuerte y decidida, así que seguro que puedes con ese "globo roto" y mucho más. Sobre todo si tienes el respaldo de los que quieres y te quieren. Enhorabuena por ello y ¡adelante!.
Un beso, amiga.
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