viernes, 19 de noviembre de 2010

Dulce canción de cuna







En la penumbra de la habitación, la madre susurra más que canta una canción que ha salido de ninguna parte, que le ha surgido como sabida, pero que no recuerda haber aprendido jamás. Letra y melodía respiran ternura desde sus labios, mientras acuna entre sus brazos al niño dormido. Se diría que ella canta para sí misma, sorprendida venturosamente del milagro hecho carne que sujeta con amor.

“Duerme, mi niño, duerme tranquilo.
Que mamá estará siempre, aquí, contigo…”


Fuera, en el salón, zumba monocorde el sonido del televisor y el resto de la familia se rebulle ociosa, esperando la cena. Aquí adentro, en este cuarto, el tiempo se ha detenido y es un inmenso ahora, feliz y eterno como solo puede serlo un ahora. La mujer aspira el suave aroma a talco y piel dulce, nueva, incontaminada de su hijo y no deja de cantar. Sabe ya que él duerme, nota el aliento cálido y pausado sobre su pecho, pero no renuncia a ese placer egoísta e inocente de seguir repitiendo el estribillo, como una promesa, como un mantra.

“Duerme, mi niño, duerme sin miedo.
Que mientras estás dormido, tu sueño velo…”



El universo está en orden, para ella. La paz y el amor reinan fuera y dentro, en este momento. Su niño duerme, sano y feliz, dejándola percibir toda la ternura que siempre ha soñado; simplemente estando ahí, arrebujado en su regazo.


Pasan los años y, en la misma habitación, la madre se deja ir en los brazos del sueño, agotada de llanto. Antes de claudicar ante el descanso, oye lejana la voz de su hijo, tan cerca en realidad, ya un hombre joven que le acaricia los cabellos, que murmura dulcemente:

“Duerme, mamá, duerme sin miedo.

A mí siempre me tendrás, no te dejaré sola”

Dulce, dulce, canción de cuna….Buenas noches.

7 comentarios:

Marmopi dijo...

Bonito relato, Lola. Y tierno. Y verdadero casi siempre, aunque no siempre conseguimos recibir lo que dimos. En el caso que cuentas, qué bello es que ese hijo al que ella tanto amó sabe contestarle con el mismo amor y cariño que es el que ella tanto necesita en ese momento.

Es una lástima que no todos puedan disfrutar de la misma sensación, esa que cuando estamos sufriendo consigue que nos repongamos de los malos tragos aunque sólo sea por un rato.

"Duerme, Lola, duerme.
Te quiero. No estarás sola" ;-)

Un beso grandote

Trix dijo...

Qué conmovedor... Y que momento tan bonito cuando el hijo puede devolverle a la madre todo el amor que ella volcó sobre él cuando era vulnerable... Ojalá fuera siempre así!
Un beso grande Lola!

Lola Romero Gil dijo...

Mari, una sabe cuando lo ha hecho bien en momentos así,¿verdad?.

Trix, me alegra verte, empezaba a echarte de menos,guapa

Besos a las dos

Unknown dijo...

Pocas veces se cumple el final de este relato...

O es algo que has soñado despierta más de una vez???.

Muy enternecedor...

Un besote Lola.

Lola Romero Gil dijo...

No sea tan escéptico y expeditivo, Skipy. Todavía hay gente que crece bien y sabe amar a los suyos :)

Haz la prueba: ten un hijo,edúcale bien y espera a necesitarle ;)

Besote de vuelta

Carmen dijo...

Dicen que recogemos lo que sembramos... Ojalá siempre fuera así. Me ha gustado especialmente tu relato porque aquí se hace realidad el dicho.

Un abrazo, Lola, como siempre me ha llegado al corazón.

Lola Romero Gil dijo...

Gracias, Mamen, espero que mis relatos te sigan gustando...,y a ver si seguimos en contacto ;)

Besito con abrazo,amiga

Publicar un comentario