domingo, 8 de abril de 2012

Gente buena, o la amiga ciclista de Mercam


 Gracias a O. Fernández Berrios por las fotos y su confianza.


Tiene una amiga mi vecino Mercam que me llamó la atención desde que la vi en una de esas esporádicas reuniones del piso de arriba. Se llama Oli, no sé si de Olivia, o de Olga, pero no es su nombre lo que más resalta en su personalidad, sino su entusiasmo. Es de esas personas que siempre van con una sonrisa simpática en los labios.


Oli  es inquieta hasta cuando está sentada, pero no con esa inquietud que cansa a quien la observa, sino más bien contagiosamente animosa. Te dan ganas de oír lo que dice, intervenir en lo que habla y participar de lo que propone. Es andaluza, y de las pocas cuyo acento no impide que la entienda con la limitada comprensión de mi seco castellano de Cataluña. Será por su procedencia, que alza la voz un poquito demasiado cuando se expresa, sobre todo cuanto más entusiasmada o divertida está con la conversación. Se le perdona el defectillo, porque lo que dice suele ser gracioso (de verdad) o incluso interesante. Es muy blanca de piel, de ojos claros y rostro expresivo, aniñado, pelo muy corto y un cuerpo de atleta no muy alta, que le confiere un aspecto de lozana “giri” alemana, por lo menos.

Bueno, pues he visto a Oli tres o cuatro veces en casa de Mercam, y nunca me deja indiferente. La encuentro ocurrente, simpática, jovial y generosa; y ahí es donde quería venir a parar yo, a lo de generosa. Oli, dicho por sus amigos que no por ella, pertenece a no sé cuantas asociaciones y organizaciones altruistas. Ayuda desinteresadamente a los niños y mujeres de las zonas más desfavorecidas de  Marruecos, El Sahara, Irak o Afganistán, a los damnificados protegidos por un montón de ONG’s variopintas, a todos los que tienen algo injusto que denunciar, y a quienes los Bancos o el Gobierno pretenden desahuciar de sus casas, en cualquier barrio. Ahora, en estos tiempos, anda metida, desde luego, en lo del movimiento 15M, entre otras historias humanitarias y sociales.

De dónde saca esa chica tanto tiempo y tantas ganas es un misterio. Porque, además, es fotógrafa, periodista “freelance”, aficionada a las rutas ciclistas, dibujante, y colaboradora de un montón de actos sociales en pro de otros tantos beneficios comunitarios. Solo hace falta pasearse por su web, su Twitter, su muro de Facebook…Sí, ya sé, parece que la he ido espiando, cual chismosa fan deslumbrada, y la he “espiado”, solo porque me fascina tanta capacidad de trabajo y dedicación, sin dejar de parecer que disfruta en la vida.

A veces, me la he cruzado en mi escalera o al entrar o salir del portal. Apenas nos conocemos más que de las coincidencias en el piso de Mercam, pero siempre se para a saludarme, con esa alegría que desborda, como si encontrase a una vieja amiga, y esa infatigable sonrisa de niña. Su acento andaluz y su vehemencia siempre me hacen sonreír, pero me alegro sinceramente de detenerme a hablar con ella. En ocasiones, aparece con su atuendo de ciclista, casco, rodilleras y coderas incluidas, y sonrío con más admirativa diversión.

El otro día, la vi recuperando su bicicleta de un poste de la calle, donde la había asegurado. Aceleré el paso para hacerme la encontradiza y, antes de que montara y se fuera la llamé, sonreímos las dos y nos pusimos a charlar junto a mi portal. Llegó en ese momento la vecina del segundo, la señora Mercedes, cargada con dos enormes bolsa de la compra y un carrito que parecía que iba a volcar, de tanto peso. Oli se apresuró a interrumpir nuestra conversación para ofrecerse a ayudarla, con su habitual desparpajo.

-¡Ay, “zeñora”, que así se va usté a cargar la ezparda en dos días, “corasón”!- le dijo,  arreando ya con el asa del carro bajo un brazo poderoso y las dos bolsas en la otra mano. 

Entramos las tres de vuelta al portal, metió Oli toda la carga en el ascensor, y se despidió de la vecina, que se deshacía en agradecimientos y elogios. Me despedí también de Oli, quién salió con la energía de siempre, y acompañé a la vecina en el trayecto ascensoril. Iba yo orgullosa de mi casi amiga, y aún le duraba a la vecina la sonrisa satisfecha, así que comenté:

-¡Es muy buena chica!-

La mujer asintió, pero se quedó como pensando y, ya cuando las puertas se abrían en su piso, me susurró con aire confidencial:

-Sí, pero no me gusta, ¡es una lesbiana!-

Fue como si me hubiera abofeteado, más por el desconcierto que sentí que por el tono despectivo de aquella afirmación. Me alcé en mi metro sesenta, y le dije, emulando mi mejor falso acento andaluz, en honor a Oli:

-¡Y usté una viuda, zeñora Mersede, pero ella no ha tenio prejuisios pa llevarle la compra!- y cerré las puertas del ascensor ante su perpleja jeta.
 
Me he ganado un par de semanas de comentarios a mi costa en la escalera, la mirada despreciativa de la vecina,  y la sospecha de ser también lesbiana. Pero no me importa porque, la injusticia del prejuicio, la ingratitud y el chismorreo insidioso, me dan más asco que esas falacias que puedan decir sobre mí. Y porque cada vez que la señora Mercedes alza su naricita como si oliera mal, al cruzarse conmigo, me imagino a Oli vestida de ciclista urbana y soltando un comedido “¡qué desaboría, mujé!” , y eso me devuelve la sonrisa.



6 comentarios:

Lola Sancho Cabrera dijo...

¡Qué bonita historia!!! Me ha gustado mucho, aunque no tanto la actitud de la viuda, que por desgracia es todavía muy común. Besos

Lola Romero Gil dijo...

Me alegra que te haya gustado, tocaya. Lo que alivia de la historia es recordar que existen de verdad personas como "mi" personaje de Oli...Todo relato de ficción tiene un poso de realidad, y éste lo tiene y mucho, creo.

Gracias por estar ahí y por leerme. Besos.

Marmopi dijo...

Dichosos prejuicios, nena, que ahí siguen haciéndonos muy mala compañía.
Menos mal que cada vez son los menos los prejuiciosos. O eso quiero creer.

Besos, mi niña. Disfruta del fin de semana todo lo que puedas y más

Lola Romero Gil dijo...

¡Mariii, cuanto me alegra ver que sigues viniendo por aquí!. Muchas gracias, reguapa. Me paso pronto a por tus "cocletas". Besos.

Marmopi dijo...

Cuando llegues se las han "trincao", jajajaja

Anónimo dijo...

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